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Alma Delia Murillo

06/09/2014 - 12:00 am

Los símbolos del poder

Alberto Alcocer / @beco / b3co.com Hay que ser analfabeta político para abstraerse de lo que está pasando en este país, y aunque a menudo lo intento, -lo de abstraerme, no lo del analfabetismo- a veces es inevitable poner la mirada en eventos como los que voy a citar. Ninguna novedad, ningún hilo negro ni […]

Alberto Alcocer / @beco / b3co.com

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Hay que ser analfabeta político para abstraerse de lo que está pasando en este país, y aunque a menudo lo intento, -lo de abstraerme, no lo del analfabetismo- a veces es inevitable poner la mirada en eventos como los que voy a citar.

Ninguna novedad, ningún hilo negro ni Vellocino de oro descubiertos: no. Sólo una pausa para la reflexión, para la rabia, y si cabe, para el asombro por nuestra sorprendente, desesperante y apocalíptica tibieza.

Soy una convencida de que la vida completa es una sucesión de símbolos, de que la historia del mundo podría contarse desde el momento cero hasta el último segundo que se desgrana en el reloj a partir de ellos.

Por eso es que miro la contundencia simbólica en los actos del actual gobierno y no puedo creer que aceptemos tragar mierda así nomás, como si no hubiera una mínima llamita de furia dentro de nosotros. Tragar mierda y aplaudir las ceremonias y protocolos de la humillación, del triunfo de los abusos burdos sobre la inteligencia.

Pienso en el futuro, en cómo se contará la historia de México: había una vez un país que padeció una dictadura durante siete décadas y, cuando por fin se libró de ella por unos pocos años, se dio cuenta de cuánto la necesitaba y la trajo de regreso para volver a encumbrarla.

Vuelvo a los símbolos y me lleno de preguntas.

¿Qué simboliza que el señor Enrique Peña Nieto presidente todopoderoso, su alteza única y gran maharajá decida convertir al Fondo de Cultura en un set de televisión para una entrevista a modo? Una entrevista en la que se habló de todo, menos de libros y de cultura. Para colmo del cinismo.

¿Qué simboliza que el PRI, el monolítico PRI, convierta la Plaza de la Constitución en un estacionamiento privado para los invitados a la fiesta del informe presidencial? ¿quién puede transgredir todas las leyes a las que los ciudadanos nos apegamos porque sabemos bien de las funestas consecuencias de estacionar el auto en un lugar indebido?

Que las reformas se aprueben sin mayor oposición.

Que nos enteremos, de buenas a primeras, que se va a construir un nuevo aeropuerto que costará nada menos que 120 mil millones de pesos. En principio, porque seguramente el presupuesto crecerá y crecerá hasta llegar al cielo como la planta de habichuelas del cuento o como la tristemente célebre Estela de luz.

Ah, los números también son símbolos.

Ciento veinte mil millones de pesos.

Cincuenta y tres millones de mexicanos en situación de pobreza, pobreza extrema y/o pobreza alimentaria. Lo que quiere decir no tener casa, no tener acceso a la salud, no tener qué comer.

Que a México le tomará más de veinte años superar el rezago educativo y alcanzar el promedio académico de los países de la OCDE porque ocupamos el último lugar en conocimientos matemáticos, en Literatura y en Ciencias.

Pero la prioridad es, desde luego, invertir 120 mil millones de pesos en un aeropuerto nuevo que, casualmente, estará a cargo del yerno del gran señor Carlos Slim. Salve Carlos Slim, emperador venerado, único dios verdadero.

Y es que sería pésima idea, estúpida idea invertir semejante presupuesto en Salud, Educación o en combatir la pobreza. Como si hiciera falta; se sobreentiende que el nuevo aeropuerto beneficiará a los cincuenta y tres millones de mexicanos más pobres de manera directa, directísima.

Y nosotros, los ciudadanos digitales rabiosos y furibundos que no sabemos lo que es ponerle carne y hueso a la protesta; lo permitiremos y lo seguiremos permitiendo.

Con sobradas razones, claro, siempre podremos disfrazar nuestra falta de carácter con escepticismos y melindres de todo tipo.

Más de cien toneladas de peces muertos en la laguna de Cajititlán en el estado de Jalisco, ¿las causas? Se “desconocen”.

Igual que se desconocían las causas que contaminaron los ríos de Sonora con desechos tóxicos de las minas de algunos empresarios hoy seriamente consternados por la tragedia.

Igual que se desconocían las causas del incendio en la Guardería ABC.

Sigamos con los números: más de cincuenta y siete mil muertos por homicidio en el período de gobierno de Enrique Peña Nieto. Y es su cuna política, el Estado de México, el que encabeza la lista.

La corrupción permea, corroe y devasta más allá de lo imaginable.

La corrupción debería reconocerse como una de las principales causas de muerte en México.

La corrupción es una manifestación de carácter de la tiranía.

Y el que pasa de poderoso a tirano es porque se complementa bien con los que han pasado de pasivos a sometidos.

El nuevo PRI, el nuevo aeropuerto, el nuevo Zócalo Valet Parking.

Y la misma sociedad condescendiente, indolente, protocolaria, con el mismo síndrome de inferioridad de siempre pero ahora disfrazado de superioridad adquisitiva y de activismo digital.

Sí, sueno fúnebre, harta, furiosa, avergonzada y desesperanzada.

Sí, así me siento. Hoy no puedo sentirme de otra manera, ni quiero.

Prefiero sentir el peso de esta realidad a pretender que no pasa nada.

@AlmaDeliaMC

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